Representación artística de una escena del Pleistoceno, en la que puede verse a un grupo de mamuts lanudos (Mammuthus primigenius), dos ejemplares de Smilodon y un rinoceronte lanudo (Coelodonta antiquitatis), animales ya extintos que desaparecieron en fechas geológicamente recientes (hace unos 3,7, 12 y 10 ka, respectivamente). Autor: desconocido.
La extinción es el proceso natural por el que una especie desaparece para siempre, lo que permite que, por medio de la evolución y la adaptación de los seres vivos, otra especie nueva pueda ocupar su nicho ecológico. Dicho en términos sencillos, cualquier especie que sea incapaz de sobrevivir o de reproducirse en su ambiente, y que tampoco pueda trasladarse a otro ambiente nuevo donde sí sea capaz de realizar estas funciones, muere y se extingue (la extinción de una especie puede suceder de improviso u ocurrir gradualmente, incluso a lo largo de decenas o cientos de millones de años). En biología, ecología, geología y otras ciencias naturales, se considera extinción a la desaparición de todos los miembros de una especie, por lo que para considerar a una especie como extinta, debe haber muerto el último individuo de esta, considerándose la extinción como efectiva en el mismo instante de la muerte del organismo.
Debido a que el rango de distribución potencial de un determinado grupo de seres vivos puede ser muy amplio, determinar el momento en que dicho grupo se extingue puede ser difícil, por lo que generalmente se hace en retrospectiva. Estas dificultades pueden conducir a fenómenos tales como el efecto lázaro, en el que una especie que se presumía extinta reaparece abruptamente tras un período de tiempo de aparente ausencia. En el caso de organismos que se reproducen sexualmente, la extinción es generalmente inevitable cuando sólo queda un individuo de la especie o, únicamente, individuos del mismo sexo.
A través de la evolución, nuevas especies surgen a través de la especiación, así como también otras especies se extinguen cuando ya no son capaces de sobrevivir en condiciones cambiantes o frente a otros competidores. Normalmente, una especie se extingue dentro de los primeros 10 millones de años posteriores a su primera aparición, aunque algunas especies, denominadas fósiles vivientes, sobreviven prácticamente sin cambios durante cientos de millones de años. La extinción es histórica y usualmente un fenómeno natural, y se estima que cerca de un 99,9% de todas las especies que alguna vez existieron están actualmente extintas. Se calcula que, en períodos normales, las especies desaparecen a un ritmo de entre dos y cinco familias biológicas de invertebrados marinos y vertebrados cada millón de años, fenómeno que se conoce como extinción de fondo.
Fotografía de un celacanto, uno de los pocos animales actuales considerados como fósil viviente. Los primeros celacantos aparecieron durante el Devónico, hace unos 400 Ma (aunque la mayor cantidad de fósiles proceden del Carbonífero) y se consideraban extintos hasta que, en 1938, se recuperó en la costa oriental de Sudáfrica un ejemplar vivo. Autor: desconocido.
Antes de la dispersión de los humanos a través del planeta, la extinción generalmente ocurría en continuo bajo índice, y las extinciones masivas eran eventos relativamente raros. Pero aproximadamente 100 ka atrás, y en coincidencia con el aumento de la población y la distribución geográfica de los seres humanos, las extinciones se han incrementado a niveles no vistos desde antes de la extinción masiva del Cretácico-Terciario. A este nuevo fenómeno se lo conoce como la extinción masiva del Holoceno, y se estima que para el año 2100 la cantidad de especies extintas podría alcanzar altas cotas (quizás incluso llegar a la mitad de todas las especies que existen actualmente).
Representación artística de una escena de batalla ocurrida hace unos 110 Ma entre dos animales prehistóricos: el Sarcosuchus imperator, un cocodrilo que habitó en lo que hoy es África y América del Sur (en aquella época ambos continentes estaban unidos), y el Suchomimus tenerensis, un dinosaurio terópodo que habitó en la zona de África. Al fondo pueden reconocerse dos ejemplares de Ouranosaurus, un género de dinosaurios ornitópodos africanos, y, en el cielo, varios ejemplares de pterosaurios, reptiles voladores característicos de la era Mesozoica. Todos estos animales están actualmente extintos. Autor: Raul Martin; copyright: National Geographic Society.
Definición:
Como ya se ha dicho, una especie se extingue cuando muere el último ejemplar existente de la misma. Por lo tanto, la extinción se convierte en una certeza cuando no hay ningún integrante capaz de reproducirse y dar lugar a una nueva generación. Por otro lado, puede darse también que una especie se pueda volver funcionalmente extinta, circunstancia que se produce cuando solo sobrevive una reducidísima cantidad de miembros y éstos son incapaces de reproducirse debido a problemas de salud, edad, distancia geográfica debido a un muy amplio rango de distribución, por falta de individuos de ambos sexos (en las especies que se reproducen sexualmente) u otras razones.
Para identificar la extinción de una especie se requiere que ésta se encuentre claramente definida. Si finalmente se declara extinta, la especie en cuestión deber ser distinguida de cualquier otra especie ancestro, descendiente o de otras especies relacionadas. La extinción de una especie (o el reemplazo de ésta por una descendiente) juega un papel clave en la teoría del equilibrio puntuado de Stephen Jay Gould y Niles Eldredge.
En ecología, el término extinción también se utiliza a menudo de manera informal para referirse a una extinción local, en la que la especie deja de existir en un área determinada, aunque sigue viviendo en otro lugar (este fenómeno también es conocido como extirpación). Las extinciones locales pueden preceder a un reemplazo de la especie en aquellos lugares en que se produzcan, siendo sustituidos los individuos por ejemplares procedentes de otros lugares (la reintroducción del lobo es un ejemplo de esto). Las especies que no se encuentran extintas se denominan existentes, y las especies existentes que se encuentran bajo amenaza de extinguirse se integran en categorías tales como especie amenazada, especie en peligro o especie en peligro crítico.
Un aspecto importante de la extinción en la actualidad son los intentos del ser humano de preservar a las especies que corren el peligro de extinguirse, lo que se refleja en la creación del estado de conservación «Extinto en Estado Silvestre» (abreviado como EW). A las especies listadas bajo este estatus de la Lista Roja elaborada por la UICN no se les conoce especímenes vivos en estado salvaje o natural, y los únicos ejemplares existentes son mantenidos en zoológicos u otros ambientes artificiales. Algunas de estas especies están extintas funcionalmente, debido a que ya no forman parte de su hábitat natural y es poco probable que sean reintegradas a la naturaleza. Algunas instituciones intentan mantener una población viable para las especies que, si es posible, puedan reintroducirse a su estado natural mediante programas de crianza cuidadosamente planificados.
La extinción de una especie puede provocar un efecto en cadena en su hábitat natural, causando la extinción de otras especies del mismo. A esto también se le denomina «cadenas de extinción«.
En la actualidad, muchas organizaciones medioambientales y gobiernos se preocupan por la extinción de especies debido a la intervención humana y velan por su prevención. Entre las causas artificiales de la extinción están la caza, la contaminación, la destrucción de su hábitat, la introducción de nuevos depredadores, etc.
La paloma migratoria (Ectopistes migratorius), una de las cientos de especies de aves extintas, fue cazada durante algunas décadas hasta que se extinguió completamente. Autores: Hayashi & Toda (artistas), Charles Otis Whitman (autor).
Pseudoextinción:
En ocasiones pueden existir una o varias especies descendientes de una especie extinta. Estas especies descendientes o hijas evolucionan desde su especie padre con la mayor parte de la información genética de esta última, y aunque la especie ascendiente se extinga, su descendiente puede seguir existiendo. A este hecho también se le llama pseudoextinción.
La demostración de una pseudoextinción es difícil, debido a que se requiere evidencia de peso que relacione los miembros de una especie existente con una preexistente. Por ejemplo, en algunas ocasiones se menciona que el Hyracotherium, antiguo animal que compartía un ancestro común con el caballo de hoy en día, está pseudoextinto, debido a que hay varias especies existentes de Equus (el género del caballo), incluyendo a la cebra y el burro. Sin embargo, debido a que las especies fósiles no dejan material genético, no es posible esclarecer si el Hyracotherium evolucionó en las especies modernas del caballo, o si simplemente lo hizo desde un ancestro común con los caballos actuales. En consecuencia, la pseudoextinción suele ser más fácil de demostrar para grupos taxonómicos grandes.
Reconstrucción artística de un Hyracotherium, antepasado de los caballos actuales. Tal y como se muestra en la regla de la izquierda, este animal no medía más de medio metro de altura y tenía ciertas similitudes con las cebras y los caballos actuales. Autor y copyright: Encyclopaedia Britannica, Inc.
Causas de las extinciones:
Existe una gran variedad de causas que pueden contribuir, directa o indirectamente, a la extinción de una especie o un grupo de especies. Se reconocen dos grandes grupos de causas, las naturales y las antropogénicas. Entre las causas naturales se reconocen:
- Fenómenos demográficos y genéticos: La genética de poblaciones y los fenómenos demográficos afectan a la evolución y, en consecuencia, al riesgo de extinción de una especie (las especies con poblaciones pequeñas suelen ser mucho más vulnerables a la extinción y a estos efectos).
- La selección natural. La selección natural actúa propagando los rasgos genéticos beneficiosos para una especie (permitiendo que los organismos bien adaptados sobrevivan) y eliminando los deficientes (causando la muerte de los organismos que no están adaptados). Sin embargo, en ocasiones, una mutación deletérea (mortífera o peligrosa) puede propagarse a toda una población mediante el efecto de la deriva genética, causando en su consecuencia última la muerte de todos los organismos de dicha población.
- La variabilidad genética. Un acervo genético diverso entrega a una población una posibilidad más alta de sobrevivir a cambios adversos en su ambiente. En consecuencia, los efectos que remarcan pérdida de la variabilidad genética pueden incrementar las posibilidades de extinción de una especie. Los «cuellos de botella» pueden reducir dramáticamente la diversidad genética limitando de manera importante el número de individuos en condiciones de reproducirse y haciendo de la endogamia un suceso más frecuente. El efecto fundador, que se produce cuando se forma una nueva población de individuos a partir de un número muy reducido de éstos (para los cuáles el resto de los individuos de su especie es como si hubiesen desaparecido), es uno de los ejemplos más claros de un «cuello de botella«.
- Contaminación genética: Las especies que se han desarrollado histórica y naturalmente en una región específica pueden estar amenazadas en gran medida debido al proceso de la contaminación genética (por ejemplo, la homogeneización o el reemplazo de los genotipos locales provocada por una introgresión) que podría ocasionar la introducción de animales o plantas con una ventaja numérica o de aptitudes. En este caso, especies no nativas pueden dar lugar a la extinción de animales o plantas nativas debido a su introducción deliberada o a la destrucción de su hábitat, poniendo en contacto a especies que se encontraban anteriormente aisladas. Este fenómeno puede ser especialmente perjudicial para especies raras que entren en contacto con otras más abundantes, causando que se crucen y modificando su reserva genética. creando híbridos y conduciendo a la especie nativa original a una extinción completa.
Extinciones como estas no siempre son evidentes a partir de solo observaciones morfológicas (es decir, por la apariencia externa). Un cierto grado de flujo genético puede ser normal (siendo un proceso evolutivo constructivo), debido a que es imposible preservar todas las constelaciones de genotipos y genes. Sin embargo, la hibridación con o sin introgresión puede ser una amenaza a la existencia de especies raras.
La generalización de la contaminación genética también lleva a un debilitamiento del desarrollo natural del acervo genético específico de la región, causando animales y plantas híbridos más débiles e incapaces de vivir en entornos naturales cambiantes a largo plazo, llevándolas finalmente a la extinción.
El acervo genético de una especie o una población es el grupo completo de los alelos únicos que se encuentran al inspeccionar el material genético de cada miembro vivo de la especie o población. Un gran acervo genético indica una alta diversidad genética, que se asocia con poblaciones robustas que pueden sobrevivir a intensivos episodios de selección. Por el contrario, una baja diversidad genética (ver «endogamia» y «cuello de botella«) puede provocar la reducción de las aptitudes biológicas e incrementar la posibilidad de extinción entre una población reducida de individuos de una especie pura.
- Degradación o destrucción del hábitat: La degradación del hábitat de una especie puede alterar el paisaje adaptativo hasta el punto de que esa especie ya no está en condiciones de sobrevivir y se extinga. Esto puede suceder por efectos directos (como que el entorno se vuelva tóxico) o indirectos (limitando la capacidad de la especie de competir contra nuevos competidores o por disminuida cantidad de recursos).
La degradación del hábitat por toxicidad puede matar a una o varias especies rápidamente, a través de la contaminación o provocándoles esterilidad. Esto también puede suceder en períodos de tiempo más largos con un nivel bajo de toxicidad continua, afectando su expectativa de vida, su capacidad reproductiva o su competitividad.
Por otro lado, la degradación del hábitat también puede tomar forma con la destrucción física de éste. La amplia destrucción de la pluvisilva y su reemplazo con terrenos de pastoreo es ampliamente citada como un ejemplo de esto; la eliminación de densas selvas también destruye la infraestructura de la que muchas especies dependen para sobrevivir. Por ejemplo, un helecho que dependa de una sombra densa para su protección de la luz solar directa no puede sobrevivir sin los árboles que le provean esa sombra. Otro ejemplo es la destrucción de los fondos oceánicos provocada por la pesca de arrastre.
La disminución de los recursos o la introducción de nuevas especies competidoras también suelen acompañar a la degradación del hábitat. El calentamiento global también ha permitido que algunas especies expandan su rango de distribución, provocando competiciones con otras especies que ocupaban previamente esas áreas. En algunas ocasiones estos nuevos competidores son predadores y afectan directamente a las especies presas, mientras que otras veces toman ventaja en la obtención de recursos frente a especies más vulnerables. Estos recursos vitales incluyen el agua y el alimento, y suelen estar limitados debido a la misma degradación del hábitat. Todo esto puede finalmente conducir a la extinción en estado natural o completa de estas especies.
- Predación, competición y enfermedades: Los seres humanos han trasladado animales y plantas desde un lugar del mundo a otro durante cientos de años, algunas veces de manera deliberada (por ejemplo, el ganado llevado como fuente de alimento por los marineros a varias islas) y otras de manera accidental (por ejemplo, las ratas que se escapaban de los barcos). En la mayoría de los casos estas introducciones no son exitosas, pero cuando se establece una especie como especie invasora, las consecuencias pueden ser catastróficas.
Las especies invasoras pueden afectar a las endémicas, por ejemplo depredándolas, compitiendo con ellas, destruyendo o degradando indirectamente su hábitat, o introduciendo patógenos o parásitos capaces de enfermarlas o matarlas (las mismas poblaciones humanas pueden actuar como predadores invasivos). De acuerdo con la «hipótesis de caza excesiva«, la rápida extinción de la megafauna en áreas como Nueva Zelanda, Australia, Madagascar o Hawái es resultado de la repentina llegada del ser humano a esos ambientes, con animales que nunca antes habían entrado en contacto con los primeros y que estaban completamente inadaptados para sus técnicas de predación.
Representación artística de un ejemplar de dodo (o dronte, Raphus cucullatus), una especie extinta de ave no voladora endémica de las islas Mauricio, en el océano Índico. La extinción de esta criatura tuvo lugar a finales del siglo XVII, debido a la caza abusiva a la que se veía sometido por parte de los marineros. Autor de la fotografía: Ballista.
- Coextinción: La coextinción se refiere a la pérdida de una especie debido a la extinción de otra. Un ejemplo sería la desaparición de una especie de parásito en caso de la extinción de su anfitrión. La coextinción también puede ocurrir cuando una especie vegetal pierde sus polinizadores, o cuando los predadores de una cadena trófica pierden a sus presas.
- Calentamiento global: Existe una discusión respecto a como afecta el calentamiento global a largo plazo sobre la desaparición de distintas especies. Algunos estudios muestran que podría conducir a la extinción de incluso una cuarta parte de todos los animales y plantas para el año 2050.
Figuras:
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–Colaboradores de Wikipedia (2006). “Dodo 1.JPG”. Wikipedia, la enciclopedia libre. [link]
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–Villena, M. (2012). «El Celacanto». Criaturas y Humanoides. [link]
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–Colaboradores de Wikipedia (2006). “Ectopistes migratoriusMCN2P28CA.jpg”. Wikipedia, la enciclopedia libre. [link]
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