Posible aspecto de la superficie terrestre a mediados del eón Hadeico, con océanos ricos en Fe (de ahí el color verde), una atmósfera cargada de dióxido de carbono (con un color predominantemente rojizo) y pequeños protocontinentes aún por desarrollarse. Autor: desconocido.
El término protocontinente (del griego antiguo πρωτο– (proto-), «primero», y «continente») hace referencia a las primeras masas continentales desarrolladas en la Tierra durante los eones Hadeico y Arcaico y que, durante el transcurso de los mismos, y gracias a los movimientos de las placas tectónicas, se combinaron para formar continentes de mayor tamaño. Estos protocontinentes eran continentes muy pequeños, y al estar sometidos a unos procesos geológicos muy intensos, eran «fácilmente» deformables, por lo que se considera que eran muy poco estables.